¿Somos los Minimen?

Participan niños y niñas de cuarto, quinto y sexto de primaria del colegio El Ardal.



Recibimos una loneta reconocimiento de la participación activa sobre residuos cero. Al mostrarla por las aulas, los niños y niñas del último curso de primaria hicieron frente a muchas preguntas de los niños de otros cursos. Nos dimos cuenta que están bien informados, que hacen lo que pueden, que son transmisores de consignas como cuidamos juntos el planeta, entre todos lo conseguiremos... .etc. Al volver a clase, los niños de sexto estaban algo quisquillosos y una niña se atrevió a pronunciarse y dijo: Yo creo que hacemos todo lo que podemos. Pero sales al monte y aún ves latas o basurillas. ¿De qué sirve tanta energía si no lo ven los demás? 


No encontré una respuesta sencilla y aún menos que les tranquilizara. Realizaron varias redacciones sobre el tema, pero seguían descontentos, más bien una mezcla emocional de indignación y resignación.  ¿Y si pudiéramos hacer algo que pueda ser visible para toda persona fuera del colegio? pronunció la misma niña. 


Buscando referentes o una inspiración para buscar la manera de transformar esta indignación en una acción positiva, aparece en esto de la magia de las comunidades virtuales una antigua conocida. Del mundo del fanzine, un artista juguetón, gallego, que fusiona escultura y fotografía, que en su búsqueda de narraciones visuales encontró la forma de crear foto-reflexión ante los temas sobre el cambio climático. 


A la semana siguiente les mostré el trabajo de Isaac Cordal en el aula. Cabe mencionar otro artista de referencia, quien nos ayudó en nuestras inspiraciones, que con la misma técnica abraza la idea de la contemplación de la naturaleza: Juan José Arnao. Las risas estaban aseguradas, pero llama la atención lo bien que definen sus pensamientos ante la pregunta, qué crees que el artista quiere decir con esta imagen. O ante otra pregunta: Y sí tu fueras tan pequeño y la basura tan grande ¿Qué haríamos? 



La mente de los niños es extraordinaria para buscar soluciones ante las posibilidades que surgen; como la de convertir una lata en un transportín para gatos, o en una vivienda cómoda para quien lo necesite, o una bolsa de basura en un parque de esquí. Surgen así nuevos escenarios, islas desiertas, hogueras para calentar el cuerpo, montañas a conquistar. 

Durante el proceso también surgen suspiros de todo tipo, como la de que puedes escalar una montaña muy alta y allí puedes encontrar basurillas, dicho por un niño de cuarto. De pronto nos dimos cuenta que posiblemente estemos normalizando encontrar basurillas en cualquier terreno y asumirlo como lo normal, lo habitual. Durante un par de semanas hemos estado realizando todo tipo de escenarios donde la basurilla forma parte de ella, pero son los “Minimen” los que transforman esta realidad en oportunidades de mejora para el medio ambiente. 


Los niños de cuarto están estudiando las características de algunos animales de su preferencia, viendo como también los animales están afectados en el proceso de las basurillas en nuestro entorno. En la clase de inglés, después de hacer poemas, nos dimos cuenta que estamos interconectados, las basuras también forman parte de su mundo. Tenemos varios botes con “tenobrios” y les estamos dando de comer diferentes materiales, su preferido es la avena pero pueden comer madera, y para nuestra sorpresa comen también el poliestireno.


Esta es una historia de restauración y resiliencia. De cómo poder desarrollar en los jóvenes empatía con otras formas de vida (incluso en aquellas que no parecen tan bellas). De transformar acciones que conllevan a profundizar en los procesos de  aprendizaje y en el sentimiento de comunidad.


Los “Minimen” es una experiencia de cómo a través del arte podemos crear denuncias sirviéndonos de paciencia y creatividad a la vez que comprendemos que hay diferentes formas en la naturaleza que sostienen la vida. El trabajo de restauración de un ecosistema es un proceso lento y no suele ser divertido, requiere de paciencia. Los resultados se verán a largo plazo, desde la perspectiva de un niño quizás toda una vida. Y parece que ésta sea una labor que resulta difícil, la de motivar a los estudiantes o a la comunidad educativa, pero hay que encontrar medios, voces, tribus de colaboración con el fin de reducir la vulnerabilidad del medio al cambio climático. Esta vez de la mano del arte, quizás podamos conseguir enfrentarnos a esta realidad con acciones que mejoren la perspectiva del grave problema de las basuras en el medio ambiente. 

El proyecto acabó con una asamblea con los grupos que participaron, cuarto, quinto y sexto de primaria. Una puesta en común de acciones, comentarios, y visionado de imágenes. Surgen nuevas preguntas, ¿Qué podemos hacer si vemos a otra persona tirar basura? ¿Cómo y qué debemos decirles? ¿Qué podemos seguir haciendo nosotros? ¿Cómo o qué hacer con los plásticos existentes? Entre todos surgen las respuestas con lo que volvemos a revisar nuestras costumbres, nuestro snack así como posibles inventos que podrían ayudar a construir un mundo más saludable para todos. En cualquier caso, es importante tener en cuenta que todo es susceptible de aplicar una mirada creativa para transformar los plásticos u otros materiales que nos acompañan en un nuevo material con una segunda vida. Así hablamos de la importancia de la reparación de prendas, juguetes o material escolar entre otros. 



Abrazar por completo nuestra relación con el mundo natural es saber que, aunque algunas de nuestras acciones conllevan efectos negativos, tenemos un potencial inagotable para compensarlos y crear efectos positivos. Los educadores comprometidos sabemos que es necesario crear condiciones para construir procesos de aprendizaje que contribuyan a la esperanza en acción a través de los recursos que tengamos más a mano. 



Imágenes realizadas por los niños y niñas: 

Ellos construyeron los escenarios y realizaron sus fotos.





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